-Vale Luis, ahora
vas a ir tu solo y vas a escoger tu la ola, yo me quedaré aquí en la orilla
viéndote y de paso te haré alguna que otra foto.
-¡No quiero prensa!- dijo mientras se alejaba eufórico
Mientras Luis se metía en el agua yo saqué la cámara de la
mochila y le eché una foto al cielo. La miré mientras andaba hacia la orilla
con tan mala suerte que me tropecé dentro de un hoyo y me hinqué de rodillas.
Sí, soy un poco torpe. El caso es que me senté y me puse a ver que tal lo hacía
Luis sin tenerme a su lado, y el caso es que se le daba bastante bien. De
repente una mano me despeinó
-¡Hola! A Luis se le da muy bien, ¿verdad?
-No te esperaba hasta dentro de una hora
-Bueno que si quieres me voy, eh?
-No, no mujer, si de todas formas no estoy haciendo nada,
creo Luis ya puede practicar por su cuenta
-¿Quieres un regaliz?- Dijo Ciara mientras se sentaba
-Em… sí claro, por qué no
-Pues cómetelo con una lengua también, ya verás que bueno
Y tenía razón, no se como no le me había ocurrido antes.
-Vaya… ¿Qué más secretos culinarios me puedes enseñar?
-¿Secretos culinario? ¡Anda ya! No es para tanto… lo único
que te puedo enseñar es a hacer magdalenas
-Pues me apunto
-Bueno, dejémonos de cháchara, vamos al lío que quiero
surfear ya.
-Vale vale, sin presiones, ¿eh?
En 10 minutos volvimos a estar en la orilla, pero ya con los
neoprenos y las tablas. Nadamos hasta donde estaba Luis para decirle que por mí
ya podría practicar solo y luego nos apartamos un poco. La ayudé en lo que pude,
corregirle la postura, decirle cuando ponerse de pie en la ola, y cosas de ese
tipo. Pero por más que lo intenté, no puede evitar el final. Siempre se caía
-Oye Ciara, ¿qué te parece si lo dejamos por hoy?
-La cosa más sensata del mundo, ya he tragado muchísima agua
-Pues vámonos
-Pero no sin antes…
-¿Sin antes qué?
-¡Hacer una carrera!
Yo que pensaba que estaba cansada de ponerse de pie todo el rato
y se puso a nadar como alma que lleva el diablo. Reaccioné rápido y enseguida
la alcancé pero pensé en si debía de dejarla ganar, y finalmente lo hice. Dejé
que la corriente me arrastrara y me puse de pie en la última ola. Juro que lo
la vi hasta que la tenía encima, no sabía que seguía dentro del agua, y mucho
menos que había decidido pasar la ola por debajo. Intenté esquivarla en cuanto
la vi emerger del agua pero lo único que conseguí fue caerme de cabeza. La ola
me revolvió un poco y cuando saqué la cabeza no sabia bien donde estaban las
tablas y mucho menos donde estaba Ciara. El corazón empezó a palpitarme cada
vez más rápido al ver que no salía del agua hasta que al final una fuerza tiró
de mis piernas hacia abajo. Me sumergí en el agua y al abrir los ojos vi a
Ciara echándome un montón de burbujas a la cara.
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